sábado, 10 de enero de 2009

Ola de frío y Guerra del gas, o El renacimiento de la chompa andina

Hoy he amanecido con el agua helada en su tubería. Veinte grados bajo cero, veinticinco grados bajo cero. La escala del termómetro no parece ser lo suficientemente larga como para registrar las temperaturas de la ola de frío que recorre toda Europa. Sin embargo, en las últimas décadas, el frío de invierno ha afectado cada vez menos la vida cotidiana de los europeos. Acostumbrados a calefacciones centrales y ambientes de 20 grados de temperatura en casas particulares, colegios, entidades públicas y empresas privadas, muchos europeos ya ni siquiera saben como hacer uso de las gruesas chompas de lana que solemos traer de regalo del Perú, "para el crudo invierno europeo". Porque en las casas reina el verano eterno. Recién ahora los europeos se dan cuenta que este verano eterno tiene un alto precio. Un alto precio ambiental y un alto precio político. Un cuarto del suministro de gas europeo proviene de Rusia, países como Bulgaría, Eslovaquía o Finlandia hasta dependen en más de 80% del gas ruso - he aquí la razón porque todos los políticos europeos tocan con pinzas el tema de la democracia en Rusia cuando se encuentran con sus honorables colegas Medvedev y Putin. Pero ahora Rusia y su vecino Ucrania se están peleando, y Europa queda sin gas. Qué pasó? 80% del gas ruso atraviesa Ucrania en su camino hacia Europa. A su vez, Ucrania no posee recursos gasíferos y depende para su propio suministro del gas ruso. Ucrania, así dicen los rusos, recibió el gas a un precio preferencial y a partir de ahora deben pagar el mismo precio que los otros países. Ucrania dice que paga suficiente. Entonces Rusia le corta el suministro de gas a Ucrania. El gas para los otros países europeos sigue corriendo a través del gasoducto ucraniano - y nunca llega, o solo en pequeñas cantidades, a sus destinos en Bucarest, Sofia o Bratislava. "Los ucranianos se roban el gas destinado para Europa", denuncian los rusos. "Mentira", gritan los ucranianos. Los que se quedan sin gas y calefacción en medio de la ola de frío, son los europeos. En primer lugar los países más cercanos de Ucrania: Eslovaquia, Bulgaria, Rumania, Croacia. Pero también los países de Europa Occidental se sienten amenazados. Y con buena razón. Un pueblo sin calefacción en crudo invierno es casi como un pueblo sin pan. El tema del gas se convirtió en primera prioridad para el flamante "ministro de asuntos exteriores" europeo - cargo que desde el 1ero de enero le toca al homólogo checo - hasta que consiguió que Ucrania y Rusia volvieron a abrir el caño del gas para Europa y que aceptaran una delegación de monitores de la Unión Europea que deben investigar en el lugar las respectivas denuncias entre Rusia y Ucrania.

Por el momento los europeos se salvaron. Pero la conciencia de que el verano eterno en sus casas se paga con una alta dependencia política y un suministro caro y poco confiable crece y hace que muchos ciudadanos buscan alternativas para calentar sus casas: energía solar, energía eólica. O la vieja madera que desde hace siglos se usaba para la calefacción. Como mi amiga Birgit que vive en una pequenha ciudad del sur de Alemania. Cuando la visité en su casa supermoderna, me muestra llena de orgullo su última conquista: una nueva estufa de madera detrás de su puerta. "Para no depender tanto del gaso ruso".
Ya sé lo que le regalaré el próximo anho para Navidad: una gruesa chompa de lana, de las que se usan en el Altiplano peruano. Y apuesto a que será muy bien recibido.

1 comentario:

  1. El uso de madera para calefacción es muy dudoso para la protección del medio ambiente, ya que contamina más que los gases de combustión de hidrocarburos fósiles.

    La "ñ" se puede escribir apretando la tecla "alt" y escribiendo el número "164".

    Saludos

    Hermann Luyken

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