jueves, 23 de diciembre de 2010

Un cuento navidenho africano



Navidad con el Papa Noel



Este año he vivido mi navidad ya en setiembre, con 30 grados bajo la sombra. A pesar del calor y de la arena, el Papa Noel llevaba un collar blanquísimo sobre una camisa recién planchada y manejaba un Mercedes color pino de los años 70. Papa Noel era su nombre verdadero: el Padre Noel Nana era el sacerdote católico de la comunidad de Koubri en Burkina Faso, a 20 kilómetros de la capital Ouagadougou. Yo había viajado a este país africano para asistir a un congreso de periodistas y quería hacer un reportaje sobre la vida en una comunidad católica. El Padre Noel estaba dispuesto a llevarme a su comunidad. No tenía idea de que unas horas más tarde iba a volver a la capital profundamente avergonzada por la hospitalidad africana.
Según las estadísticas, Burkina Faso es un país pobre, un país muy pobre. Yo me creía habituada a los rostros de la pobreza: los rostros cansados de los chicos que venden caramelos y chicles en las avenidas grandes de Lima; los rostros de niños de pies descalzos en el frio de los 4000 metros de altura en los Andes. Pero también los rostros desilusionados de jóvenes desempleados que se reúnen en la estación de tren de Barmbek para tomarse una chela tras otra. O los rostros endurecidos de tantas mujeres que frecuentan los almacenes de “1 Euro” en los suburbios de Hamburgo.

En Burkina Faso aprendí que lo que había conocido hasta entonces era miseria humana, pero que la pobreza iba más lejos. Pobreza en Burkina Faso significa comer una vez al día, por mucho. Pobreza aquí significa que las vacas, gallinas y ovejas llevan la mitad de carne en sus huesos que los animales europeos. Pobreza significa un grupo de niños sonrientes alrededor del único juguete, un camioncito fabricado de una lata de conserva y con cuatro tapas de chela como ruedas. Pobreza en Burkina Faso no significa que los padres no saben con qué dinero enviar a sus hijos a la universidad. Pobreza en Burkina significa tener que dejar de comer para que los hijos puedan ir a la escuela a aprender a leer y escribir.

La pobreza en Burkina Faso es dura, y – al contrario de América Latina - generalizada y por eso poco espectacular. Sin embargo, no es ni de lejos el rasgo más importante en la vida de la gente, como supe en mi visita a Koubri.
La misa católica se hizo en un templo de betón feo en un arenal descampado. La gente había venido en bicicleta, el medio de transporte más popular en Burkina. La misa fue puro canto y baile. El ritmo de los tambores, los colores de los vestidos y la unidad entre cuerpo y espíritu que se transmitía en los movimientos de baile no tenía nada que ver con pobreza. El presidente de la comunidad, Jules Zabré, me invitó a dirigir unas palabras de bienvenida a la comunidad. Grande fue mi sorpresa cuando, después de mi discurso, el Sr. Zabré me dio un regalo envuelto en papel de colores. Fue una tela de batik con un motivo africano y un vestido típico de colores. La comunidad aplaudió y se alegró viendo mi alegría.

En la tarde, el Padre Noel , me llevó al anexo Bassemyam de su parroquia. Unas 30 personas venían a nuestro encuentro con baile y canto en cuánto vieron el auto del Padre Noel. Aquí no había ni una choza de palmeras como sala de reuniones. Nos sentábamos bajo un algarrobo para estar en la sombra. El presidente de la comunidad contó que la vida comunitaria significaba ser solidario de manera muy práctica. Los jóvenes ayudan a los ancianos a trabajar la chacra, o todos pasan alimentos a un miembro de la comunidad que está enfermo. También pasan alimentos a los huéspedes. De repente tengo en mis manos dos gallos magros pero muy vivos. Es tu regalo de huésped, ni pienses en rechazarlo, me susurra el Padre Noel al oído. Yo miro a los ojos de la gente si percibo alguna pizca de envidia o simplemente de hambre. Un pollo entero es una muy rara delicadeza en las ollas caseras. Pero solo noto alegría en las miradas, alegría que ellos pueden ofrecer lo mejor a su invitado.

Nuestra última visita es en la casa de Madeleine Bocgma y Samuel Ouédraogo y sus cinco hijos. Samuel es evangélico, Madeleine es católica, lo que no constituye para nadie un problema , ni para el Padre Noel. La convivencia entre las confesiones y entre las religiones musulmana, animista y cristiana es muy pacífica en Burkina Faso, cuenta Samuel. Cuando me quiero despedir, Madeleine me hace esperar un rato. Su hija llega con una bolsa plástica, es para tí, me dice. Son un kilo de batatas grandes y jugosas.

El maletero del Padre Noel se llena de mis regalos. Después de mi visita a unas de las regiones más pobres de la tierra, tengo en mis manos una tela de batik, un vestido, dos gallos y un kilo de patatas. De repente entiendo que ser pobre significa algo muy distinto de lo que nos dicen los economistas. Ser pobre significa ya no tener nada que ofrecer. O poder ofrecer solamente lo que te sobra. Pero ser verdaderamente pobre significa que no hay nadie quién se alegra de tus regalos. Burkina Faso puede ser un país muy pobre. Pero su gente debe ser entre los más ricos del mundo.


Les deseo una Feliz Navidad y un “rico” Anho 2011!

miércoles, 20 de octubre de 2010

Rebelión en Mercedeslandia



Imagínese que la revolución no nazca en Puno sino en el acomodado distrito de San Isidro en Lima. Algo así está sucediendo en Alemania. Desde hace semanas, imágenes de policías pegando con bastones a colegialas indefensos, o bombas lacrimógenas tiradas contra amas de casa mantienen en vilo a los alemanes. No es que nunca hubiesen protestas públicas aquí, pero solían ser atribuidos a grupos de la extrema izquierda o derecha “caóticos” que se libran batallas callejeras en las metrópolis de Berlin o Hamburgo. Pero no en Stuttgart, la apacible capital del estado federal de Baden-Württemberg .Los suabos que viven aquí tienen fama de ser los más tacanhos entre los tribus germanos y a la vez los técnicos más ingeniosos, dos características que hicieron de Baden-Württemberg el estado más próspero y más conservador de la república. Aquí es la cuna de los autos Mercedes y Daimler , la región de Stuttgart representa la clase media acomodada par excellence, pequenhos y medianos empresarios y empleados bien asalariados y solo marginalmente afectados por la crisis financiera ya que los chinos continúan comprando autos alemanes por dozenas.
Hace apenas un anho, la canciller Angela Merkel , en medio de la crisis financiera, alabó como modelo nacional a la “ama de casa de Suabia” porque esta, según Merkel, sabía que no puede gastar más de lo que tiene. Hoy, la misma ama de casa suaba se entrena para la protesta pacífica y pone en jaque a la democracia alemana. El motivo puede sonar banal. La construcción de un ultramoderno nuevo terminal de tren bajo tierra que debería hacer más rápido el viaje de Paris a Bratislava y catapultar a la ciudad trabajadora pero algo dormida a la cúspide del desarrollo urbano del siglo XXI. El costo de este proyecto “Stuttgart 21”: una cantidad cada vez más grande de euros, hasta ahora se habla de 5 mil millones, la tala de un parque urbano de árboles y la visión de vivir durante anhos en un sitio de construcción ruidoso ha encendido tanto los ánimos de los ciudadanos que hasta padres de familia mandan a sus hijos a protestar y no al colegio.
Lo que mantiene perplejos a los políticos en Berlin y Stuttgart es que el proyecto Stuttgart 21 ha sido debatido desde hace 15 anhos en cuánto gremio de la democracia parlamentaria que pueda haber antes de que recibió la luz verde. Parece una democracia sin efecto. Cuando los primeros bulldozers empezaron a demoler los árboles, los ciudadanos ya no se acordaban de las 15 000 interpelaciones que el “Planstellungsverfahren” , el procedimiento administrativo previsto para apelaciones ciudadanas (y que es tan burocrático como la palabra suena, hasta en los oídos de los propios alemanes), había procesado. La gente e Stuttgart salió y sigue saliendo en cantidades a protestar contra la demolición de su parque. Pero sólo es una protesta por cuidar unos árboles ? En las protestas de Stuttgart se manifiesta la grieta entre política y pueblo que ha alcanzado también al corazón de Europa. Se manifiesta también un malestar con un desarrollo modernizador a un alto costo, pagado con más deudas, cuyo único beneficio es poder viajar en 30 minutos en vez de 60 minutos a la próxima ciudad de Ulm. La promesa del más rápido, más alto, más moderno parece estar perdiendo su brillo .
Interesante como los argumentos que se esgrimen se parecen a las que se escuchan en el Perú cuando el pueblo no quiere un proyecto minero o una hidroeléctrica: los empresarios salen con el argumento de la competitividad y que si no se construye el terminal, Alemania quedará relegada en la competencia del tráfico europeo y saldrá el último de la clase. Además – esto no lo dicen – son ellos mismos los primeros beneficiados del proyecto ya que les tocará construir el terminal archimillonario. La clase política de Berlin vocifera contra un pueblo, según ellos, desorientado, minoritario o cortoplacista que no acepta los procedimientos prevista por la democracia parlamentaria. Un referéndum posterior sobre el proyecto es lo que a ellos parece ser el inicio del fin de la democracia parlamentaria.
Por ahora las dos partes han aceptado un mediador. Heiner Geissler es un político retirado, que pertenecía al ala social de la democracia cristiana y que hace dos anhos, a sus casi 80 anhos, hizo público su adhesión al movimiento crítico a la globalización ATTAC. Un primer logro es que las dos partes han accedido a conversar – en público y transmitido por Internet y televisión.
Vamos a ver si la ama de casa suaba logra tumbar el terminal del siglo XXI.

martes, 21 de septiembre de 2010

Lo que queda del "Che" africano


Cada niño en Burkina Faso ha escuchado hablar de Thomas Sankara. Pero nadie sabe donde están enterrados los restos del burkinabé (así se llama a la gente de Burkina Faso) más conocido mundialmente. En auto pasamos por barrios de suburbio de la capital Ouagadougou, sin luz eléctrica ni agua y ya no le creo a Apollinaire, nuestro guía, que vamos a llegar, Pasamos por vías que tienen tantos baches que hasta el Mercedes dinosaurio en él que vamos tiene dificultades para pasar. Al lado se erigen basureros y delante de las casas de adobe están sentadas mujeres cocinando sobre fuego de leña , un hombre arregla la llanta de su bicicleta recontra usada, un niño se alegre jugando con un camioncito que ha sido fabricado con los restos de una lata de conserva.
Aqui en la última parte del sector 29 de Ouagaougou, encontramos por fin el cementerio que alberga los restos de Thomas Sankara. Capitaine Thomas Sankara, nacido en 1949, presidente del Burkina Faso muerto en el 1983 en Ouagadougou, abaleado junto con una docena de sus guardias personales.

Su tumba en medio de la nada resplandece en los colores burkinabés, verde, rojo, amarillo. Su tumba está bien cuidada, recién pintada, se nota que Thomas Sankara aún tiene seguidores a 23 años de su muerte.

El joven oficial Thomas Sankara se inspiró en la revolución cubana cuando en el 1983 llegó a ser - a través de un golpe - presidente del país que entonces aún se llamaba Alta Volta. Primero cambió el nombre de su país a Burkina Faso, que en las dos lenguas nativas más habladas significa "país de las personas honestas" . Tomó una serie de medidas que aún hoy parecen revolucionarias en Africa: prohibió los carros de lujo para los miembros de su gobierno, hizo campañas extendidas de vacunación, prohibió la escisión de las mujeres y compuso su gabinete ministerial con una cantidad considerable de mujeres. Además le gustó tocar guitarra en una banda de jazz africano y andar en moto.

El joven presidente fue muy popular y considerado una esperanza para todo el continente.
Hasta que el 15 de octubre del 1987, un amigo y compañe militar se hizo del poder y mató a Thomas Sankara y sus guardias personales.

Mientras que los restos del "Che" africano reposan hoy al lado de un basurero desconocido, el retrato de su asesino mira desde cada oficina pública y semi-pública de Burkina Faso. Blaise Campaoré, así se llama , sigue siendo presidente de Burkina Faso desde hace 23 años.

Un piurano en Burkina Faso



„ La gente piensa que vengo de Madagascar, del Libanonon o hasta de la China, pero no se imaginan que soy peruano“, cuenta Juan Carlos Valdiviezo. En medio del corazón de la Africa negra, el Perú suena simplemente lejano, exótico y desconocido. Es por casualidad o por providencia divina que el último día de mi estadía africana me he encontrado con un peruano que a su vez está pasando su último día en Burkina Faso. El último día después de pasar 8 anhos en Burkina Faso. Lo encontré en el desierto al límite de Ouagadougou, donde viven los más pobres de los más pobres.

Juan Carlos Valdiviezo es piurano , sacerdote salesiano, y trabaja desde hace 12 anhos en Africa del Oeste. “Siempre quise hacerme misionero, me dije que en el Perú hemos recibido tanto que ya podemos dar a otros“. Para hacerse misioneros salesiano le tocó formarse cuatro anhos en Palestina, antes de que sus superiores le mandaron a Africa del Oeste. „ Mi primera misión fue en Guinea Conakry, un país donde no hay casi ninguna estructura existente“. Después a Bobo Dialasso en el Sur de Burkina Faso y desde hace un anho está en la capital Ouagadougou del país que cuenta entre los cuatro más pobres del planeta.

Pobre en economía y en educación, pero abundante en ninhos. Cuando Carlos se acerca en su moto a la pequenha choza que sirve de capilla, los ninhos del lugar corren para saludarlo. Es un arenal en los suburbios más pobres de una de las capitales más pobres del planeta, donde los salesianos piensan iniciar un proyecto de formación profesional para jóvenes. La tasa de escolaridad para jovenes es aún baja en Burkina Faso, la preocupación más grande de los padres es como reunir el dinero para poder enviar a sus hijos a la escuela para que aprendan a leer y escribir en francés.
El carisma de los salesianos son los jovenes y a Carlos se le nota su entusiasmo por la juventud, aunque a sus 41 anhos y con las primeras canas cuenta en Africa ya casi entre los notables.
„Lo más difícil a aprender fue que el carinho aqui se expresa de manera totalmente distinta de como estaba acostumbrado en el Perú“. Los burkinabés no muestran su carinho directamente, sino a través del tiempo que pasan con uno, a través de la escucha. „Por ejemplo cuando alguién quiere ser tu amigo, no te invita a su casa, sino te pregunta si puede venir a conocer a tu casa“, recuerda Juan Carlos. Hoy , él se siente plenamente realizado en Africa, y más bien ve el Perú con otros ojos. „Cuando regresé la primera vez desde Guinee Conakry, donde no hay ni un semáforo en la capital, al aeropuerto de Lima supermoderno, me creí en un país super moderno“. La pobreza como la riqueza son un asunto relativo.

Sin embargo, del Perú no extranha mucho:„Aqui tenemos el desierto y burros, lo mismo que en Piura“, bromea. Pero sí, le hace falta una cosa, como cualquier peruano en el extranjero extranha la comida peruana.

Juan Carlos tendrá que esperar otro rato hasta que pueda volver a comer su querido ceviche. Manhana le toca emprender camino hacia una nueva misión. Y mientras que yo estaré en un avión de regreso a Hamburgo, Juan Carlos estará en un bus que lo llevará en tres días a través de la calurosa savanna africana hasta llegar a Dakar, capital del Senegal, donde le tocará emprender una nueva misión entre los jovenes.

martes, 31 de agosto de 2010

Billstrasse o Los patios traseros de Europa


Billstrasse, Hamburgo

África empieza a dos paradas de la estación central de Hamburgo. A pocos pasos del tercer puerto más grande de Europa está la Billstrasse. Es una calle que pocos habitantes de Hamburgo conocen, pero que en algunos países africanos es más conocida que el Kurfürstendamm de Berlín o el Jungfernstieg de Hamburgo, donde se alinean las tiendas de Gucci, Armani, Bulgari & Co. La Billstrasse es para Nigeria, Ghana, Senegal y varios países que tienen en común el sufijo “-stan”, lo que el “Walmart” es para los Estados Unidos. En esta calle de la zona industrial se coleccionan los desechos electrónicos de toda Alemania y quizá de toda Europa: un depósito enorme solo contiene televisores viejos, otro patio brilla en blanco —refrigeradoras y lavadoras recontrausadas están amontonadas hasta en cuatro pisos—. Otros talleres albergan a todas las generaciones de equipos musicales y computadoras dinosaurios. Es el basurero de la sociedad de consumo.

El primer almacén de la calle pertenece a Naabi Khan, un inmigrante afgano con 15 años en Alemania. Su experiencia con una guerra que él no buscó ni entendió bien nunca se transmite en su mirada tristemente desconfiada. Hoy, él exporta a su país planchas, alfombras, lámparas y hasta máquinas para preparar una Pilsen casera que los almacenes alemanes han rechazado por tener algún defecto. Los almacenes de la Billstrasse están en manos de los orientales. Es un buen negocio, a juzgar por el número de BMW negros y 4x4 que circulan por acá. Pero mientras que los afganos son los dueños, la mano de obra es africana.

En otro patio se reúnen africanos de todos los países. Su negocio consiste en comprar un auto viejo, llenarlo hasta el tope con electrodomésticos usados y mandarlo a Nigeria, donde se repara cualquier televisor por la décima parte de lo que costaría en Alemania. Es un negocio redondo: los alemanes se deshacen de su basura y los africanos ganan un televisor “made in Germany”.

Muchos de los africanos que trabajan en la Billstrasse son indocumentados, lo que explica la desconfianza arraigada en sus miradas y sus miedos a contar sus historias a los foráneos alemanes. Más que un africano que hoy se dedica a cargar las refrigeradoras y televisores viejos, salió de su país lleno de ilusiones.

Roma-Casablanca
En el 2007, un joven italiano de 25 años hizo el viaje inverso. Armado de un boleto solo de ida, subió a un avión hacia Casablanca. Gabriele del Grande, así se llamaba, se había dado una misión: seguir los pasos de los inmigrantes africanos muertos en el Mediterráneo. Averiguar de dónde venían, cómo había sido su vida, quiénes los esperaban o lloraban cuando se enteraban de sus muertes. Cuáles habían sido las esperanzas que los llevaban a cruzar el Sahara para después morir en el intento de atravesar el Mediterráneo y llegar a Italia. Gabriele del Grande viajó por países que, cuando mucho, conocemos solo de nombre: Mali, Sahara Occidental, Senegal, Mauritania. Se entrevistó con los familiares de refugiados muertos. Varias veces le tocó a él, al reportero, ser el mensajero de la muerte. El fruto de la misión de Gabriele del Grande es un libro fascinante y conmovedor que debería ser lectura obligatoria para cualquier aspirante a periodista: Mamadou va a morir: El exterminio de inmigrantes en el Mediterráneo, porque cuenta con humanidad y tenacidad un drama que ya nadie en Europa quiere escuchar: la tragedia de los migrantes clandestinos que se estrellan antes o al llegar a la fortaleza europea.

Bruselas, junio 2009
Detrás de un atril con un medio-corazón formado de estrellas europeas en la sala de prensa de la sede de la Comisión Europea, monsieur Manuel Barroso, el funcionario más alto del Viejo Continente, sale hoy a presentar a la prensa la nueva estrategia de seguridad interior. Es un tema de alta prioridad: la protección de los ciudadanos de esta parte del mundo. Protección de la delincuencia. Protección de los migrantes ilegales. Se trata de fortalecer y hacer más eficaz la fortaleza europea. En concreto, de cómo abordar el problema de la migración ilegal.

Las imágenes de los refugiados africanos que han naufragado en el Mediterráneo hablan por sí solas. Ocho millones de migrantes ilegales en la UE, dice el comisario Barrot. ¿Qué hacer? Barroso y su colega Barrot hablan de un proyecto piloto para repatriar migrantes de Malta. De reforzar centros de retención en países del África del Norte. De unificar los criterios de visa para todos los países de la UE. Y de —casi pasa desapercibido, pero sería una revolución—: incluir en el ránking de requisitos de visa criterios individuales y no solo la nacionalidad. Es decir que para los bien educados, los pudientes, los bien relacionados del mundo entero será más fácil viajar. Los pobres de cualquier país del planeta tendrán que quedarse en casa. Es el primer paso para oficializar la nueva sociedad de clase global.

Lo que no dicen es que, para deshacerse de migrantes no deseados, los gobiernos europeos hacen negocios con gobernantes que no cumplen ni remotamente la carta de los derechos humanos de la que la UE tanto se vanagloria: la Libia de Gaddafi o la Belarus del dictador Lukatschenk reciben pingües incentivos para retener a los migrantes en campos de concentración. Tampoco dicen que varios marinos que han cumplido con el mandato universal de salvar a náufragos han sido acusados ante tribunales italianos por ayuda al tráfico de personas.

Desde que los países europeos firmaron el Tratado de Dublín II, llegan cada vez menos migrantes ilegales hasta el corazón de Europa. Dublín II significa que cada migrante puede solo aplicar una vez al estatus de refugiado, y solo en el país europeo donde llega primero. En Alemania, el tema de los refugiados o inmigrantes ilegales no recibe ya ninguna atención pública. A veces pasan imágenes de barcos repletos de televisores. Es considerado un problema italiano, español o griego. Por mucho que los alemanes se molesten porque los griegos malversen —a sus ojos— sus euros, nada les interesa que los mismos griegos o italianos no cumplan con estándares humanitarios en el trato de migrantes.

Otra vez Billstrasse
No son exactamente los africanos de la Billstrasse lo que los políticos europeos tienen en mente cuando hablan de atraer a extranjeros calificados. Sin embargo, son los africanos que han llegado hasta la Billstrasse los que han sobrevivido. Son los vencedores. Lo han conseguido: llegaron al corazón europeo para cargar los desechos de esa sociedad de consumo que, no obstante todas las crisis, persiste vivita y coleando. Detrás de los depósitos de basura electrónica se pueden ver los cerros de autos aplastados, frutos del incentivo estatal para comprar carros nuevos.

Pocos europeos cuestionan el modelo de crecimiento continuo, aunque todos saben que la economía europea ya no crece. Prefieren cerrar los ojos a lo que pasa con sus desechos de la misma manera que los cierran ante lo que ocurre en sus fronteras. Prefieren también cerrar los ojos, mientras puedan, frente al hecho de que cada vez vienen más alemanes a comprar en la Billstrasse. “El otro día vino una anciana que había ahorrado tres meses para comprarse una aspiradora nueva, y no le alcanzó. Aquí se la vendí a la mitad”, cuenta el afgano Naabi Khan, aún incrédulo de que la pobreza haya llegado al corazón de una parte de la sociedad alemana.

¿Y ustedes qué hicieron?
Gabriele del Grande sigue con su misión. Lleva en su bitácora la cuenta minuciosa de cada migrante muerto en el intento de saltar las vallas de la fortaleza europea. Ha anotado ya a 15.000. Tengo el presentimiento de que en algunos años nuestros nietos nos acusarán: “Y ustedes, ¿cómo han podido dejar que estos homicidios sucedan? ¿Acaso no se sabía?”.

(publicado orignalmente en ideele no 200, www.revistaideele.com)

domingo, 20 de junio de 2010

Madre Theresa no tan santa

Un caso danés con aristas peruanas

Los escándalos en la iglesia católica no tienen género. Las revelaciones sobre maltratos han alcanzado a las mujeres religiosas.Un libro de una ex-monja y un documental en la radio danesa dan cuenta de un mundo totalitario detrás de los muros de un convento en Dinamarca. Ellos acusan a una abadesa de abuso de poder, maltrato físico y hasta de homicidio. La abadesa cuestionada dirige también un convento en el Perú.



Muchos la deben haber considerado una bendición para la iglesia católica. Cuando la jóven Theresa Brenninkmeijer tomó el hábito como monja cisterciense en el 1982, ella le dio nueva vida a un convento de monjas contemplativas católicas ancianas en las afueras del pueblo danés de Sostrup. No solo que la Hermana Theresa provenía de una de las familias más ricas europeas, sino que tenía carisma e inteligencia. Sabía encender en jóvenes muchachas el entusiasmo para una vida dedicada a la oración detrás de muros de convento.

Una de ellas fue la jóven danesa Helene que a sus 16 años decidió seguir los pasos de Madre Theresa y entrar al convento “Corazón de Maria” en Sostrup, Dinamarca. “Me atrajo la comunidad, la personalidad fuerte de la Madre Theresa, el mensaje claro”, dice Helene Hägglund.
De 1988 hasta 2000, la Hermana María Helena. como entonces se llamaba, vivió en el convento y llegó a ser sub-priora y colaboradora estrecha de la abadesa Madre Theresa. Después de 12 años como monja cisterciense ella dejó el convento, se mudó a Suecia, donde se casó y formó una familia. La vida como monja pareció un asunto del pasado. Hasta que hace tres años los recuerdos de Sostrup volvieron en forma de pesadillas. Helene Häggmann empezó a escribir sus experiencias en el convento, primero para su propia terapia. Después unos amigos le animaron a publicarlo “para ayudar a otras personas que han vivido en un ambiente totalitario y ayudarles de como uno puede escapar”.

Su libro “Monja ida y vuelta. Poder y abuso de poder en la iglesia católica” relata la otra cara de la vida en el convento dirigido por la Madre Theresa . Su libro cuenta de un regimen totalitario donde no primaba la palabra de Dios, sino la palabra de la Madre Theresa. De un mundo donde la voluntad de Dios era identificada con la palabra de la Madre y quién la cuestionaba era considerada como “del diablo”. Los sacerdotes con quienes las monjas se tenían que confesar eran escogidos por la misma Madre Theresa según el criterio de la lealtad con ella, dice Helene Hägglund. Pero de todo modo, la indoctrinación era tan fuerte y la auto-censura funcionaba tan bien que “a nadie de nosotras se hubiera cruzado por la mente de cuestionar a la abadesa”, recuerda la ex - monja.


Pero la vida en el convento de Sostrup no se limitaba a presiones de tipo sico-social y un autoritarismo estricto. Maltratos físicos y una muerte sospechosa completaron el cuadro.

Muerte de una monja

El 2 de junio del 2010, la radio pública danesa “Dansk Radio” difundió un documental sobre el libro de Helene Hägglund que causó gran revelo entro los daneses. Intervinieron en el documental la autora, el ex-organista del convento, Bernhad Kiel, el ex-vecino Stig Holsting, y otra ex-monja que hoy sigue de hermana dominíca en Alemania. En 1993, Helene Hägglund y la Hermana Jordana fueron testigas como la Madre Therese le cerró la puerta de la capilla a una monja anciana demente “para que no moleste la oración”.
Fue una mañana fría de noviembre, y la monja anciana andaba con ropa ligera. La monja golpeó la puerta y quiso entrar pero la puerta quedaba cerrada. Poco después encontraron a la anciana muerta en el jardín. La Madre Theresa les ordenó a sus monjas llevar el cuerpo adentro y dio la consigna de decir que la hermana había muerto en su cama. Esa versión fue confirmada por la otra ex-monja cisterciense, la hoy Hermana Jordana. El antiguo organista del convento, Bernhard Kiel, contó que había sido testigo como la monja anciana fue atada a su silla con una cuerda. También dijeron que la Madre Teresa había golpeado y abofeteado a monjas que no le obedecían, “para sacarles el diablo”.

En aquel, los rumores sobre las condiciones en el convento de Sostrup ya circulaban en el mundo católico danés – que es un mundo muy pequeño considerando que Dinamarca es un pais predominantemente luterano.
En 2001, cuatro ex-monjas le escribieron una carta al obispo responsable, Czeslav Kozon, donde contaron detalladamente los acontecimientos en el convento del Corazon de María. Le pidieron pasar las denuncias al Vaticano y demandaron una visita de inspección extraordinaria. Cuestionado por los periodistas hace pocas semanas, el obispo confirmó que sabía de las acusaciones, que había avisado al Vaticano, que de allí dijeron que la abadía general de los cistercienses eran los responsables e iban a ocuparse del caso. Aparentemente no hubieron cambios. Hoy día, Mons. Kozon saluda una investigación policial del caso.

Según la ley danesa, el caso constituye un delito penal, abuso con consecuencia fatal. Aunque después de 17 años ya es prescrito, después de la emisión del programa radial, la policia danesa buscó a la Madre Teresa para interrogarla y esclarecer el caso. Solo que no la encontraron. Ya se rumoreaba que se había dado a la fuga, hasta que se supo que se encontraba ....... en el Perú.


La conexión peruana

En diciembre del 2008, Mons. Irizar del Callao inauguró un nuevo convento de monjas cistercisienses en un arenal de Nuevo Pachacutec en Ventanilla. Era una construcción nueva “al estilo europeo”, y la torre de su templo se ve desde lejos cuando uno llega al litoral de Ventanilla. En la inauguración, Mons. Irizar pidió a los periodistas no preguntar por los donadores. También había llegado de Dinamarca la madre abadesa, Theresa Brenninkmejer. El convento de Sostrup era el convento madre del nuevo claustro y la Madre Theresa por ende también abadesa del convento peruano. Por eso, se supone, que ella visita periódicamente a sus hermanas en el Perú. 10 hermanas de 8 nacionalidades forman la comunidad de Nuevo Pachacutec, según la nota de prensa peruana que reportó sobre el evento. Todas habían venido del convento madre de Sostrup. Y todas eran menores de 30 años.

Cómo es posible que un convento de monjas contemplativas en Dianmarca atraiga tantas muchachas jovenes en un tiempo y en un país donde la iglesia católica no está directamente en la cúspide de su popularidad? Se debe solamente al carisma de la Madre Theresa? La verdad es más prosáica y tiene que ver con países como el Perú, es decir países pobres y católicos. “El convento de Sostrup trabaja muy estrechamente con el movimiento del neo-catecumenado”, explica Helene Hägglund la llegada constante de jovenes vocaciones religiosas del mundo entero a las costas del mar báltico en Sostrup. “El movimiento de los neo-catecúmenos sirve como un filtro para vocaciones religiosas. Mediante un video de relaciones públicas se les presenta la opción de hacerse monja cistercisiense en Dinamarca”.


Hoy día en Sostrup hay unas 20 monjas de distintas nacionalidades. No sería de sorprender si hubieran peruanas entre ellas ya que el movimiento del neo-catecumenado tiene fuertes bases en el Perú. Cuántas chicas jóvenes peruanas se habrán encomendado a la Madre Theresa para dedicar su vida a Dios?


También como monja se puede ser libre


Cuando HeleneHägglund se dio cuenta que “no estaba bien lo que hacíamos en el convento, que había una falta de respeto y una falta de amor”, ella pidió su cambio a otro convento. La Madre Theresa se le negó primero, pero cuando Helene insistió, la abadesa le dijo que “era del diablo” y que no podía volver más. Helene Hägglund pasó a un convento carmelita, donde, dice, encontró otro estilo de dirigir un convento. “La superiora me ayudó a discernir lo que quería, encontré allí que uno podía ser monja y ser libre de espíritu a la vez, aprendí a ser respetada y respetar.”


Aunque Helene Hägglund terminó por salir de la vida monástica y formar una familia propia, ella está convencida que la vida monástica como tal puede ser muy bella. Pero tienen que estar al mando las personas adecuadas, y las instancias de supervisión existentes tienen que funcionar. “No quiero que la Madre Theresa vaya a la cárcel, pero no creo que ella es apta para dirigir un convento”, sostiene Helene Hägglund hoy, abrumada por las reacciones mayormente positivas a su libro.

La Madre Theresa Brenninkmeijer debería haber regresado del Perú a Dinamarca el 14 de junio y será interrogada por la policía danesa por el caso de la monja muerta en el jardín. No conocemos el descargo de la Madre Teresa. El único comentario de ella acerca del libro de Helen Hägglund es, según el diario danés "Kristeligt Dagblad", que “se trataba de ciencia ficción”. El caso está abierto. Según un reciente artículo en el diario alemán “Hamburger Abendblatt”, la familia Brenninkmeijer ya contrató a los mejores abogados de Copenhague para preparar la defensa de la Madre Theresa.